miércoles, 27 de septiembre de 2023

Cómo viajar con niños a San Blas en Panamá? How to travel with children to San Blas?

 A estas alturas hemos viajado mucho con Lúa y siendo padres nos damos cuenta de lo importante que es planificar los viajes familiares pensando en el confort y disfrute de toda la familia.

No creo que seamos los únicos buscando en google destinos y viajes ideales para toda la familia y especialmente para los peques.

Después de 7 temporadas en San Blas, vamos a aprovechar nuestro conocimiento de este increíble archipiélago situado en el Caribe Panameño para ayudaros en el caso que estéis buscando un destino de vacaciones con niños.

Antes de entrar en profundidad  vamos a responder a la pregunta clave que se pueden hacer muchos padres:

Pregunta: Es San Blas un destino adecuado para niños pequeños?

Respuesta: Rotundamente SI

Pregunta: Por qué?

Respuesta: Por que los niñ@s se lo van a pasar mejor que los mayores





Para situarnos un poco a nivel geográfico, deciros que aunque el archipiélago tiene tantas islas como días un año,  el turismo ha llegado a una zona reducida y se centra en el oeste de lo que también se conoce como comarca de Guna Yala. Esta zona está más explotada principalmente por estar más próxima a la única carretera cercana y también por tener las aguas más cristalinas.






Para que podáis dimensionar, la zona verde tendría una longitud aproximada de 30 millas naúticas, equivalentes a 55 kilómetros.

CÓMO SE ACCEDE A SAN BLAS? 

Para acceder a esta zona del Caribe de Panamá, hay que salvar una parte de la selva del Darién, zona selvática tropical que se extiende hasta más allá de la frontera con Colombia. Es el único punto en todo el continente americano donde se interrumpe la carretera Panamericana, de forma que no existe comunicación terrestre entre Ámerica Central Y Ámerica del Sur.

Se puede acceder al archipiélago de San Blas de dos maneras:

1. Combinación de 4x4 y lancha

Intentaremos explicarlo en detalle porque en nuestra opinión puede ser la parte más dura o cansada de los pequeños.

Es una carretera muy especial, con tramos de duras rampas y muchas curvas. Actualmente la están reparando de nuevo, pero normalmente siempre hay alguna zona muy deteriorada que lo puede hacer muy complicado para un coche convencional.

El 99% de los turistas entran en 4x4 con conductor, de empresas autorizadas por el Gobierno indígena y que operan desde Pánama City. Lo normal es que te recojan en tu hotel muy temprano y hagan ruta por otros hoteles para coger al resto de pasajeros. Después queda una ruta de tres horas con una pequeña parada normalmente, para comprar algo rápido de comer o ir al baño.

En esta carretera se encuentra la frontera del territorio indígena de Guna Yala, y hay que presentar pasaportes y pagar un impuesto que actualmente es de 25 $.

Finalmente se llegará a una explanada al lado del Caribe, con muchos embarcaderos donde llegan y salen las lanchas.

El servicio de lancha, lo normal es tenerlo contratado previamente, de manera que el propio conductor te ayudará a decirte cuál es tu lancha. 

Desde la lancha a tu destino, bien sean cabañas o veleros, la travesía puede variar entre 1 y 2 horas y puede ser muy placentera o más dura en función del viento y el oleaje.



Los precios del combo lancha + 4x4 ida y vuelta desde Pánama City puede estar entre 130 y 160 dolares por persona. Los niños que ocupan plaza en el 4x4 pagan como adulto y en la lancha los niños de menos de 10 años suelen pagar la mitad, pero eso depende de cada transportista.

2. Avioneta

Un vuelo de 45 minutos de duración desde el aeropuerto de Albrook en Panamá City. Normalmente son vuelos privados y el precio por pasajero ida y vuelta ronda los 600 dólares, pero en algunas ocasiones se pueden conseguir vuelos más económicos, llegando a los 100 dólares trayecto y persona.



El aeropuerto se limita a una vieja pista en una isla y es una experiencia inolvidable. 

OPCIONES DE ALOJAMIENTO EN SAN BLAS

Básicamente hay dos opciones: alojamiento en cabañas en algunas de las islas o alojarse a bordo de un velero

Alojamiento en cabañas

Suelen ser cabañas muy básicas, la mayoría con el mismo suelo de arena sin comodidades y normalmente no suelen tener baño privado. Aún así tienen su encanto.

Lo habitual es que en el precio se incluyan las comidas que serán del estilo panameño, con pollo o pescado frito, arroz, patacón... También suelen incluir el transporte ida y vuelta desde Panamá City.

Desde algunas de las cabañas pueden coordinar ciertas excursiones en lanchas a otras islas. 



Alojamiento en veleros

Desde que los veleros transmundistas llegaron a San Blas, ya comenzó el turismo a bordo de los veleros.

En un inicio eran barcos privados exclusivamente, en los que se compartía la experiencia de recibir a huéspedes a bordo. Con el tiempo fue creciendo la oferta y ahora hay un gran abanico de barcos, desde las familias navegantes que viven y comparten su barco, a los barcos cien por cien de charter con tripulaciones profesionales.

Sea cual sea el barco elegido, la verdad es que es una herramienta perfecta para conocer las islas de San Blas. 

La modalidad más extendida incluye en el precio todas las comidas a bordo.

Una de las ventajas del velero, si tienes niños, es que puedes alojarte en veleros en los que viven y viajan otros niños. No hace falta que os expliquemos lo que tardan en conectar los niños en un entorno como éste.


ACTIVIDADES

Esta es una lista básica de actividades que solemos hacer en San Blas, compatibles con niños

- Snorkel

- Estar todo el día bañándonos, desde el barco y en la playa

- Pescar

- Jugar en la playa

- Excursiones a ríos cercanos en el continente

- Pintar y dibujar

- Jugar a juegos de mesa que tenemos en el barco

- Por supuesto, NAVEGAR A VELA

- Barbacoas en la playa




CONCLUSIONES

San Blas es un sitio alucinante para viajar y disfrutar con niños. Siempre conscientes de que es un lugar remoto y si vuestr@s hij@s tienen algún tipo de alergia o limitación, hay que avisar e ir preparados.

Si necesitáis más info, ayuda o reservar unos días en el Mola Mola, no dudéis en contactar con nosotros.

jueves, 2 de septiembre de 2021

La vida TETRIS

 Qué bonita es es la vida en Instagram, que fácil hacerse una idea u opinión a partir de una foto. Así funcionan las redes sociales mostrando la parte idílica de las vidas.

Que bien vivís!!! Vosotros si que os lo habéis montado bien!!! Si pudiese hacer lo que hacéis vosotros.....

Cuantas veces hemos oído estas frases similares de amigos o conocidos, pero detrás de la postal se esconden dudas, miedos, preocupaciones, inseguridades y un sinfín de problemas que hacen de nuestra vida un Tetris.

Ya hemos hablado en otra entrada del tema económico, y posiblemente sea la primera pregunta que le viene a la mente a la gente a la hora de ver el sistema de vida que llevamos. No es nada fácil encajar ciertas profesiones con estar medio año fuera de tú pais y tampoco es nada fácil encajar los números para que este sistema de vida sea "sostenible" económicamente, y por esa razón nuestras inversiones, trabajos y visión a largo plazo nos hace dar pasos hacia una economía familiar que permita esta forma de vida. Por ejemplo alquilando las propiedades que tenemos,  haciendo trabajos estacionales o invirtiendo en activos.

Quizá la siguiente pieza del Tetris más complicada sea la educación de Lúa. Hemos gastado horas hablando, pensando y tratando de encontrar la solución que nos permita compaginar la vida en el barco durante medio año con su educación. Actualmente hay mucho movimiento homeschooling y unschooling (son educaciones en casa a cargo de los padres muy parecidas pero a modo de resumen uno sigue un temario y el otro es un aprendizaje más libre) pero en nuestro caso no queremos o no nos sentimos preparados o con la suficiente energía como para asumir la completa educación de nuestra hija. Es cierto que hay muchas cosas del sistema de educación que no nos gustan: nos parece excesivo el horario y la extensión en meses, no nos gusta que a edades tan tempranas haya que calificar con notas, ni que el aprendizaje tenga que ser tan homogéneo para un grupo de la misma edad. Por otra parte, y a pesar de lo encorsetado del sistema, existen profesionales que conocen las técnicas pedagógicas y en los que debemos confiar y también el cole viene a ser una sociedad en miniatura que te va preparando para la realidad. 

Nosotros intentamos tirar por la calle del medio y que Lúa pueda compaginar su experiencia en el Mola Mola con ir al cole los meses que estemos en España. Casi todos sabéis que a partir de los 6 años la escolarización en España es obligatoria y presencial, así que aquí es dónde se complica el tema si no queremos que salten las alarmas del absentismo escolar. En este caso sólo cabe esperar la colaboración del Colegio en primer grado y de Inspectores y Consejería de Educación después. Con la colaboración del Colegio y especialmente de su tutor@ podríamos intentar seguir el temario y darle clases a Lúa los periodos que no esté en el cole para que cuando regrese tenga el nivel marcado para su edad. 

En el lado del Mola Mola y nuestra hija, tenemos una convicción tan fuerte de no querer privarle de esta experiencia.... Está libre, aprende de la naturaleza porque le interesa, flota en el agua, juega con niños hasta la extenuación, pesca, bucea y sobre todo estamos juntos muchas horas. La libertad que sentimos en el barco marcando nuestro propio ritmo, la ausencia de coches, estrés y ritmo de las ciudades nos proporciona un bienestar que no encontramos en ningún otro sitio. Estás son las razones que a día de hoy funcionan como un faro para intentar seguir haciendo este camino lleno de obstáculos.

Este estilo de vida que nos gusta nos lleva a otra gran pregunta: ¿Dónde vivimos, dónde nos gustaría vivir o dónde podemos vivir?. A día de hoy somos completamente itinerantes, pasando 6 meses en el barco, dos en Asturias y cuatro en Cantabria. Estamos siempre con las maletas medio hechas y el coche cargado, yéndonos y llegando. Nos gustaría tener más estabilidad en este sentido, pero es uno de los precios a pagar. No nos gustan las ciudades, eso lo tenemos clarísimo, pero a día de hoy Lúa va al cole en Santander, un cole dónde nos entienden y ayudan con este proyecto, así que ya es una piedra angular... Por supuesto que la podemos cambiar de cole y llevarla a donde nos gustaría vivir, pero encontraríamos allí trabajo? nos entendería el cole igual que nos entiende ahora? sentiría Lúa el cambio?......

Cómo veis seguimos añadiendo velocidad y dificultad al Tetris.

Otro tema importante que aún no hemos abordado es el futuro, el futuro económico y laboral....¿JUBILACIÓN? que jubilación? A medida que pasan los años ves cómo tu entorno se va afianzando en sus trabajos, consiguiendo estabilidad y un futuro que parece darles una seguridad a largo plazo. Nosotros no podemos cotizar de una manera continuada, ni sumar los méritos que sumariamos si trabajásemos todo el año, quedándonos atrás en listas y dificultando cada año conseguir trabajo en la época de España. Tampoco podemos ofertar ciertos servicios, que podríamos hacer, si tan solo vamos a estar unos meses y después no podemos continuar con la prestación de ese servicio. ¿Nos estamos quedando atrás? ¿Vamos a pagar en el futuro estos años de libertinaje? ¿Y si no cotizamos que fuentes de ingresos tendremos si llegamos a las edades de jubilación?

Esto es a modo de resumen un poco de lo que continuamente tenemos en la cabeza, tratando siempre de encontrar la línea que más se aproxime a todos estos puntos y nos permita seguir con este equilibrio desequilibrado.

¿Te apuntas? Tú también puedes, prepárate para sacrificar algunas cosas y aguantar presiones e incertidumbres, pero para nosotros a día de hoy sigue compensando y con creces. Mañana....quien sabe?

Otra vez cargados....siempre itinerantes


Trastero loco, restos de nuestra anterior vida


Vorágine en la marina
Despidiéndonos del Moli

Graduación

Primis


viernes, 18 de diciembre de 2020

The sea and the soul

THE SEA AND THE SOUL


Otra temporada más. Como cada año por esta época, los árboles pierden sus hojas, el aire se enfría,  y nosotros ya no podemos ir en chanclas y perdemos el bronceado, signos inequívocos todos ellos de que toca hacer las maletas y volver al Mola Mola. Parar y respirar.

Esta vez, con la complicación añadida del COVID -19  y las  diferentes restricciones de movilidad aplicadas en provincias y países, que además como bien sabemos todos, cambian de un día para otro. Por eso, por todas las dificultades extra de este año,  añadidas a las ya habituales, y aunque no sin dudarlo mil veces, decidimos dejar a Neta estos meses con los abuelos. Ha sido una decisión dura, la hemos llorado mucho y la echamos en falta a cada rato, porque hay un vacío en el barco, en todo lo que hacemos incluso cuando nos sacaba de quicio, si, también se le echa de menos cuando se ponía a desgañitarse de ladrar cada vez que pasaba un dingui demasiado cerca…..Neta es parte importante de todo esto, de nuestra aventura,  siempre ha estado ahí. Pero sentimos que este año no podíamos con todas las variables que suponía el viaje. Y sabemos que está bien con los abuelos y que antes de que nos demos cuenta, estamos todos juntos otra vez.

Finalmente conseguimos armar el puzzle y llegar a Panamá dos días después de nuestra salida de Santander. Como siempre, una vez en la City, gynkana express y acalorada  de compras varias, principalmente comida básica para 6 meses (ahí es ná)  y algunos suministros para el barco. No pasamos ni un segundo de más en la civilización, porque lo que estamos es deseando salir de ella, así que con nuestro taxista y amigo Tito, llenamos el coche hasta las trancas,y ponemos rumbo a la marina. En el coche no cabe ni un alfiler, de verdad, cada hueco del coche va ocupado,  Lúa va encima de mí en el asiento de atrás  y sepultadas entre papel higiénico, bolsas de arroz y demás parafernalia.

Por fin llegamos a la marina, último escollo en nuestra personal contrarreloj. El barco ha estado 6 meses solo, así que toca limpiar, montar velas, poner escotas y drizas, poner el dingui a punto y por supuesto organizar y estibar todos los víveres que ya  se desbordan del coche de Tito. Todo esto bajo un régimen de humedad y calor extremos, salpimentado con Chitra por doquier,  ese minúsculo mosquito devora humanos  que hace la vida muy complicada y pruriginosa. Al menos aquí, tenemos la vía de escape de la playa y la piscina de la marina, que nos dan momentos de alivio a las horas centrales del día, en las que,  siguiendo las enseñanzas del perezoso que habita en los árboles que nos rodean,  nos movemos lo justo e imprescindible para no aumentar la termogénesis.

Turtle Cay es una pequeña marina cuyo canal de entrada es bastante acojonante cuando entras por primera vez, por el reef en seco que hay a estribor y babor,  y poco recomendable cuando dan más de 1, 5 metros de ola. La parte buena de esto es que si hay mucha ola para salir de Turtle, hay buenas olas para surfear, así la espera se hace más llevadera. 

Tras consultar la meteo,  llegó el día apropiado para salir, tranquilo de olas, aunque también con poco viento para poder navegar a vela….de todas formas no queríamos esperar más porque en breve se instauran los trade winds y entonces sí que se hace fea la navegada hasta San Blas con el viento de morro.

Salimos al amanecer, con las primeras luces del día y la ilusión indescriptible que supone soltar amarras y abandonar un puerto. Es una de las sensaciones más maravillosas que hay,  llena el espíritu de energía positiva y promesas de aventura y libertad. Después de todos estos años, aún seguimos enganchados a este momento. 

Hicimos toda la travesía a motor, apoyándonos en las velas, para poder mantener una velocidad decente que nos permitiera llegar de día. Vinieron unos cuantos chubascos alternados con arcoíris, éramos una tripulación contenta, nadie se mareó a pesar del tiempo sin navegar y aunque el ruido del motor es un engorro y la lluvia nos empapó, nos podía la ilusión y las ganas de llegar a nuestro pequeño y salvaje paraíso. 

Después de unas 45 millas, llegamos a Nuinudup, uno de los fondeos más populares entre los veleros, que en temporada otros años puede albergar unos 20 veleros, estaba ahora desierto,  casi fantasmagórico. Cierto es que el coronavirus ha hecho estragos no solo sanitariamente si no también en la economía de casi todos. Pero también es cierto que ver estas islas con tan pocos barcos, sin chárter, quizás como no se habían visto desde hace 15 o 20 años, es una maravilla.  El turismo, tal y como se estaba planteando en la última década nos hace engullir lugares, experiencias, masificar lo recóndito y hacer vulgar lo exquisito. San Blas, sin llegar a presentar un turismo de masas gracias a la particular gestión de los kunas, estaba desvirtuando su esencia. Quizás ahora se recupere, aunque sea temporalmente, el archipiélago y también, por qué no, el espíritu  transmundista de los veleros que pasan por aquí. 

En esas estábamos, alucinando de estar solos en Nuinudup, cuando al dar atrás para clavar el ancla, notamos una vibración rara en el motor. Justo en ese momento llegó la lancha de un amigo kuna con el que hicimos el papeleo legal del congreso Guna Yala y que nos recomendó ir a una zona más alejada de las islas habitadas por el tema del coronavirus,  así que subimos el ancla y como aún era de día, continuamos hacia Cayos Holandeses, saliendo del canal de Nuinudup, seguíamos notando esa vibración rara en el motor, y que “ tiraba”  poco. Mi primera apuesta fue pensar que teníamos algo en la hélice, la  de Edu, supongo que sabedor de que iba a ser el candidato para tirarse al agua si era así, fue chequear primero el motor, por si libraba, pero no; , finalmente y dejando el barco al pairo en un lugar libre de arrecifes, se tiró al agua con el cuchillo de pesca y efectivamente sacó un gran saco de plástico que estaba enredado. El barco volvió a comportarse con normalidad una vez lo liberamos y pusimos rumbo a holandeses.

Durante la travesía hasta aquí no habíamos pescado nada,  pero la fe mueve montañas y señuelos de cacea, así que  volvimos a echarlos al agua y al poco rato el sonido de la carraca alborotó a toda la tripu, hemos pescado!!  Conseguir tu propio alimento directamente de la naturaleza, es una sensación maravillosa y  ancestral que surge de las entrañas pero que se entreteje con el dilema ético- moral de acabar con la vida de otro animal. Me consuela, me escudo, me justifico, en que hacemos una  pesca totalmente sostenible de subsistencia  y que esa preciosa King mackerel  iba a alimentar a esta familia durante 3 días. Siento que formamos parte del ciclo de  la naturaleza, del que tan alejados nos encontramos a veces. (le doy las gracias a la King mackerel, a lo pedernales, que al final tenían razón, yo ya me entiendo)

Llegamos a holandeses atardeciendo y a pesar de que tenemos buenas cartas y conocemos la zona, no nos confiamos y evitamos andar culebreando entre arrecifes con poca luz, así que echamos el ancla sin más miramientos.

Por fin. Casa. Todo eso que notábamos y sentimos cuando soltábamos amarras al amanecer, esa sensación de aventura inminente, de libertad, cuando llegas a  San Blas, explota. Explota y se derrama por todas partes. Es como atravesar una puerta espacio-temporal. Y ahí estamos los 3, al otro lado de esa puerta, nos veo a través de un tercer ojo, desde fuera, de lejos, veo nuestro hogar flotando, levitando en medio del mar, con la brisa marina colándose por todos los poros de la piel, la calida luz, nuestra casita flotante, nuestra burbuja, nuestro hogar, en medio del océano, en medio de  nada. 

El mecanismo se adapta rápido a esta vida que amamos: el mar, el atardecer, el silencio quebrado únicamente por los chirridos del charrán. Asoma la cabeza una tortuga a la popa del moli. Nos da la bievenida. Nadamos, buceamos, miramos el cielo.  Alimentamos el alma. 

Doy un paseo en padel, veo el fondo marino, con una preciosa estrella de mar naranja y en la superficie, a su lado, el reflejo de la luna tempranera. La luna y las estrellas en el universo azul. Sigo paseando, a lo lejos una Eagle Ray salta fuera del agua, unos estruendosos halcones que no contaban con mi presencia alzan el vuelo y se cambian de palmera. Continuo mi periplo por los alrededores de la isla, unas garcetas blancas vuelan bajo, hacia un pequeño manglar, y la garza real azul, pesca elegante y silenciosa en la orilla. Me emociona formar parte de esto. Quiero poder retener tanta magia en mis pupilas: The sea and the soul.

Está anocheciendo, se ve una tormenta a lo lejos, vuelvo al barco, a refugiarme y pronto a descansar, el ritmo circadiano por fin manda de nuevo. 

Aún no ha terminado la temporada de lluvias y aunque disfrutamos de horas de sol y tregua, las noches son moviditas: mucha tormenta acompañada de viento y aparato eléctrico. A veces tan cerca que el casco tiembla con la fuerza de los truenos. Nos despertamos, cerramos escotillas, chequeamos la posición del mola, rezamos para que la tormenta se aleje con sus rayos a otra parte. Aunque como siempre, no hay mal que por bien no venga y si la lluvia se instala, nosotros nos refugiamos en un libro…. En España apenas sacamos tiempo para este placer pero aquí…empieza la vorágine lectora!! 

A diferencia del año pasado,  que a Lúa  costo bastante acostumbrarse de nuevo a las gafas y el snorkel, esta vez , parece que nunca dejó el agua: no quiere salir, quiere bucear con las gafas y el snorkel, tirarse bombas, ir a lo profundo, se acuerda de los nombres de los peces, del coral de fuego…….el periodo de adaptación ha sido igual a cero, fluye como el agua, ay como el agua! este año tiene el pie suficientemente grande para que por fin  hayamos encontrado aletas de su número…, y aletea como un pececillo,  parece un apéndice más de su cuerpecito marinero.….ella misma se dice: lo hago así de bien porque os he visto mil veces a vosotros. Nosotros babeando, claro.

Se hace raro ver tan poca gente en San Blas, pero es mayor la sensación de islas desiertas y paradisiacas, de robinsones! Para nosotros, medio ermitaños a veces,  no está nada mal,  sin embargo Lúa aunque está feliz, a veces echa de menos a sus amiguitas del año pasado y a las del cole. Afortunadamente de los pocos barcos que hemos visto por aquí, son varios los que llevan un montón de pequeñines greñudos rubios a bordo, y Lúa ya ha hecho amigos.

 Así que en esas estamos, recuperando la calma,  aguantando la lluvia que aún nos toca y esperando que en breve deje paso a los alisios.