miércoles, 11 de julio de 2018

República Dominicana

Escapamos bien temprano de la Isla de La Mona, después de ese infierno de noche, pensando cómo ibamos a salir de ese mini-lagoom, después de haber buceado y sondado el estrechísimo y poco profundo canal.
Al fin salimos y estábamos de nuevo en mar abierto, con buena meteo y un viento suficiente que nos permitió navegar con el génova en popa redonda hasta avistar horas después Isla Saona.

Fuimos paralelos a ella durante una horas, hasta su extremo suroeste para doblar hacia el norte y buscar refugio del swell del sureste.Ya era la hora en la que los catamaranes de turistas empiezan a regresar a sus bases (principalmente Bayahibe) y en poco tiempo nos quedamos completamente solos, fondeados delante de un pueblo de pescadores y cerca del puesto de la Marina de Guerra.

En este lugar no se puede hacer la entrada oficial al país, pero con una visita de cortesía al puesto de la Marina y una pequeña propina no te ponen ninguna pena para pasar un día o dos. Y así , nos quedamos dos noches antes de decidir continuar viaje hacía .Marina Zarpar en Boca Chica.

Desde que conocemos el Caribe, tanto con nuestro anterior barco como con este, habíamos acumulado la friolera de 3 días en marina (uno para arreglar un frigorífico y dos para preparar el hibernaje del barco antes de la temporada de huracanes), así que nos aproximamos a regañadientes a la marina después de seguir al pié de la letra unas instrucciones de entrada para evitar los bajos fondos.
Nos abarloamos al pantalán y rápidamente escamamos a una de las boyas , después de ser TIMADOS por un señor que se ofrece amablemente a hacer todos los trámites. Se llama Victor y tiene despacho en la propia marina Zarpar. De una forma muy amable te explica que si no lo haces con él puedes conseguirlo o no, porque tendrás que ir a varios lugares y algunos de ellos pueden demorar mucho tiempo e incluso pueden no atenderte.... Basicamente te "obligan" a hacerlo a través de este señor y de repente tienes 270 dolares menos.
Aprovechamos el siguiente día para ir a un supermercado, comprar una tarjeta de teléfono y nos fuimos de allí tan pronto como pudimos, no sin pelear nuestro zarpe sin el cual no te puedes mover de puerto a puerto dentro del país.
Nuestro destino era Salinas, salimos tres horas antes del amanecer, impresionados por todas las luces del puerto ubicado en la salida y del tráfico marítimo nocturno. Nos mantuvimos relativamente cerca de la costa para evitar el grueso de los barcos e hicimos una buena navegación a vela, terminando con todo el trapo haciendo una navegación deliciosa.
Salinas no nos defraudó: un paisaje y escenario espectacular, con loas montañas desérticas cayendo abruptamente sobre el mar y el fondeadero de los de verdad, donde el barco no se mueve.
Su nombre aún es fácilmente deducible cuando visitas sus salinas, donde todo se hace de forma manual y la mano de obra es haitiana (la más barata en todo el caribe).
La estrategia era esperar aquí hasta que apareciese un buen parte para pasar Cabo Beata en nuestro camino hacia Haití.
Cabo Beata es otro de esos sitios famosos en el Caribe por la aceleración del viento. Es un cabo en forma de punta de lanza que sale mas de sesenta millas a mar abierto y continuada por la Isla Beata, eso implica una fuerte aceleración del viento, olas grandes y corrientes. Así que una vez más esperamos pacientemente hasta que encontramos nuestro parte. Volvimos a salir horas antes del amanecer para poder llegar al fondeo de Isla Beata con luz. Planificamos con tiempo el zarpe y la salida oficial del país, ya que en Isla Beata no es posible.
Llegamos dos horas antes de la hermosa puesta de sol, sorteando cientos de aparejos de pesca en el canal entre la tierra y una pequeña isla con un centenar de barcos de pescadores y un auténtico poblado con chozas en la playa.
Estábamos muy cansados y decidimos dejar la visita a la marina de guerra (estábamos fondeados justo enfrente) para el día siguiente. Descansamos bien y a la mañana siguiente bajamos a saludar al comandante y al resto de destacamento. Les explicamos que ya habíamos hecho la salida oficial del país pero que estábamos esperando una buena metereología para continuar hasta Haití y ellos con gran ambilidad nos dijeron que nos podíamos quedar un año entero si queríamos.
Hablando con el comandante me explicó que en un puerto cercano tenían una lancha para luchar contra los  contrabandistas de droga que venían de Colombia, pues el estrechamiento que se produce por el Cabo Beata y por la subida de la costa de Colombia, hace que la distancia entre ambas sea de poco más de trescientas millas.
Esta conversación y la distancia entre Isla Beata y Colombia se quedó en mi cabeza, como una pieza más del rompecabezas de que ruta íbamos a seguir para llegar hasta San Blas en Panamá.

LA idea original era hacer República Dominicana- Isla Vache en Haití, para después ir a Jamaica y desde allí hacer travesía directa a Panamá o bien hacer escala en San Andrés de Providencia. Tuvimos que descartar Jamaica porque a Neta no se le permitía la entrada y no podría bajarse del barco, así que no nos apetecía ese plan.
De las opciones que quedaban había una etapa como mínimo de 500 millas y nos preocupaba por Lúa, así que de repente nos encontramos valorando la opción de hacer la travesía desde República Dominicana hasta Colombia.

Las cosas han cambiado, ahora no naveganos sólos, nos acompaña nuestra hija de 2 años y la responsabilidad pesa. En las travesías de esta temporada he mirado y remirado las predicciones metereológicas con obsesión. En este caso las que tendríamos al salir, durante la travesía y en la llegada al temido Cabo de la Vela. En este caso contaba con el apoyo vía whastapp de Norberto (de Lanzarote) y Antonio del Antull. Sus opiniones e informaciones pesaron mucho en la decisión de en que momento zarpar.
Y llegó el momento, después de mucho pensar decicimos que saldríamos al amanecer. El parte parecía bastante limpio excepto en la llegada al Cabo de la Vela que el parte era de 27 a 29 mudos por la tarde el día de la llegada, lo que facilmente se puede transfromar en 35 o 40 nudos en un sitio de aceleración como Punta Gallinas y de formación de una baja térmica en tierra que refuerza los vientos.
Ese parte de llegada me atormentó durante buena parte de la tarde y principio de la noche, hasta que ayudado y asesorado por Bea, decidimos cancelar la salida y esperar a la siguiente ventana metereológica, una de la que estuviesemos convencidos sin ninguna duda. Aparecería, saliendo y llegando de unos de los lugares con más viento del Caribe??
Decidimos movernos 12 o trece millas hasta Bahía de las Águilas, un poco más cerca de Haití y con mejor protección de los vientos y marejadas. Y encontramos el paraíso!!!! Unos de los fondeos más espectaculares y con agua mas transparente que hayamos visto nunca. La soledad y la ausencia de barcos veleros seguía siendo la tónica del viaje, pero a la vez que llegabamos al fondeo de Bahía de las Águilas lo hacía un pequeño barco velero: el Danae, de una joven pareja de Belgas en su camino de vuelta a Europa. Que bien!!! Que atardeceres y momentos más mágicos pasamos con ellos.
Y así pasamos una semana en espera de la ventana metereologica que apareció. Salimos como potros desbocados, con 30 nudos de viento y olas, pero una vez que se acabó la influencia de Cabo Beata tuvimos unas de las mejores travesías que hemos hecho. Navegando con todo el trapo y haciendo un veloz través en mitad del Caribe con noches limpias de chubascos y la corredera marcando 8 y nueve nudos.
Y así llegamos por segunda vez al Cabo de la Vela en la Península de Guajira donde veríamos por ultima vez a nuestro precioso dingui nuevo. Pero esa es otra historia.....

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